Lo que se consideró un avance muy innovador en la industria automovilística hace unos cinco años, fue en realidad una reedición de una vieja y exitosa historia de la Naturaleza que se remonta a muchísimo tiempo atrás: la capacidad de emplear una mezcla de diferentes fuentes de energía.
Algunos organismos como las plantas y las algas verdes dependen de la luz y el dióxido de carbono, mientras otros, como los animales y los hongos, necesitan de una nutrición compleja (proteínas y carbohidratos). E incluso algunos pueden emplear mezclas de fuentes de energía. Estos últimos son capaces de compensar bajos suministros de nutrientes mediante la estrategia de activar sus fotorreceptores. Esta capacidad (la fotoheterotrofía) parece ser bastante común entre las bacterias marinas. Investigadores del Instituto Max Planck y sus colegas de Alemania y Estados Unidos analizaron el genoma de una nueva bacteria marina y encontraron en ella los genes que codifican el empleo de la energía lumínica.
Los fotoheterótrofos son muy abundantes y representan tanto como el 10 por ciento del plancton marino. Recientemente, unos microbiólogos marinos del Max Planck estudiaron más de cerca el genoma de una de las bacterias comunes encontradas en las regiones costeras de muchas partes del mundo. La especie se denomina Congregibacter litoralis KT71, y fue aislada por primera vez de una muestra tomada en aguas cercanas a la isla alemana de Helgoland.
Los experimentos de cultivo mostraron que la KT71 es heterótrofa y depende de fuentes de carbono como azúcares y pequeños péptidos. Después de analizar los datos genómicos aportados por el Instituto Craig Venter en Estados Unidos, los investigadores quedaron muy sorprendidos al encontrar todos los genes para la fotosíntesis bacteriana. La KT71 no está pigmentada como otras bacterias fotosintéticas, y por lo tanto surgió la gran pregunta: ¿Realmente emplea la KT71 la fotosíntesis?
Los expertos del laboratorio de la Colección Alemana de Microorganismos y Cultivos Celulares (DSMZ, por sus siglas en alemán), pudieron mostrar que cuando sus nutrientes escasean, la KT71 crece mejor con luz. Los científicos asumen que la bacteria pasa de la combustión del carbono orgánico al sistema fotovoltaico, dependiendo de las condiciones ambientales. Durante períodos de hambruna, la KT71 puede también depender de nutrientes almacenados en su interior. La KT71 en cultivos generalmente forma agregados y prefiere bajas concentraciones de oxígeno para crecer.
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